¿Recuerda lo mucho que se emocionaba cuando se acercaban las vacaciones? ¿Recuerda su incontenible entusiasmo, su impaciencia y la intensidad con la que participaba en todos los acontecimientos festivos? Por si lo hubiera usted olvidado, le diré que la temporada de vacaciones era la mejor época del año para usted. Y la razón de que todo ello resultara tan alegre y divertido se debía a que era usted un niño y, por consiguiente, contemplaba el mundo con ojos infantiles. No juzgaba las actividades de la época, sino que, sencillamente, se limitaba a disfrutar de ellas. Usted podrá recuperar esta misma visión infantil de las vacaciones y de toda su vida en general si se libra voluntariamente de algunas de las actitudes y creencias «adultas» que adquirió al dejar a sus espaldas el maravilloso mundo de la infancia.
Al llegar a adultos, solemos pensar que la temporada de vacaciones es solo para los niños. Se oyen constantemente las mismas palabras... «Si no fuera por los niños, ni siquiera lo celebraríamos», o bien: «Me encanta ver la alegría de los niños. Si no fuera por ellos, a buena hora soportaría yo los apretujones de la gente y me metería en estos gastos». O sea que solo los niños pueden disfrutar de las vacaciones: los mayores tienen que soportarlas. Para que pueda usted empezar a disfrutar de las próximas vacaciones, tendrá que desechar esta idea y recordar que las celebraciones festivas no son privilegio exclusivo de ningún grupo, y que tanto derecho tiene usted AHORA a disfrutar de las vacaciones como hace años, cuando pensaba sin cesar en aquellas deliciosas visiones de pastelillos azucarados.
¿Cómo ocurrió? ¿Cómo es posible que la época más hermosa del año se haya convertido para muchas personas en una fuente de problemas e incluso de desesperación? La pregunta es que muchos de nosotros nos hemos olvidado de ser niños. El centro de la atención se ha desplazado desde el disfrute y la emoción al trabajo y el esfuerzo. Sin embargo, usted puede adoptar nuevas actitudes, comparando la visión que antaño tenía de las vacaciones con la que tiene ahora. Esta pequeña tabla le mostrará las diferencias y contrastes entre ambas actitudes.
Actitudes infantiles ante las vacaciones, comparadas con las actitudes adultas neuróticas
Actitudes infantiles Actitudes adultas neuróticas
«Estoy deseando ver las «Cada año ponen los luces y los adornos por adornos más temprano. todas partes. ¿A que son Menuda idiotez.» bonitos?»
«Me encantan las tiendas «Las Navidades se llenas de gente y todos los comercializan más cada regalos especiales que se año. Me molesta ver a exhiben en los tanta gente y recibir tantos escaparates.» empujones y codazos.»
«Estoy deseando que «Eso no acaba ni a la de llegue el día. La espera se tres. Parece que cada año me hace insoportable.» dura más.»
«Vamos a enviar «Este año enviaremos felicitaciones a todos menos tarjetas, eliminando nuestros amigos.» a la gente que el año pasado no nos felicitó las fiestas.»
«¿Qué le compraré a la «Me parece que no le voy abuela, a Guillermo, a mi a regalar nada a esta gente. profesor, a los vecinos?» No les tengo tanto aprecio como para eso.»
«¡Qué alegría! Se reunirá «Tendremos que volver a
toda la familia, y eso es lo soportar estas
que más me gusta de las interminables y aburridas
vacaciones.» reuniones familiares.»
«Tendremos que preparar «Tendremos que una comida por todo lo molestarnos en preparar alto.» una comida por todo lo alto, y total, ¿para qué?»
«Me encantan los juguetes, «Las cosas están cada año los adornos, los árboles...» más caras. Seguramente estaré pagando las deudas hasta julio.»
«Me han gustado mucho «Me han regalado toda los regalos. Muchísimas una sarta de cosas inútiles gracias a todos.» que tendré que cambiar en la tienda. Pero eso me obligará a hacer cola.»
«Me parece imposible que «Menos mal que ha todo haya terminado. Si terminado. Un día más, y acababa de empezar...» me da un ataque de nervios.»
Estas actitudes contrastantes demuestran que el niño ve las vacaciones desde un punto de vista positivo —lleno de emoción y entusiasmo—, y que este mismo niño convertido en adulto da la vuelta a la situación y transforma todo el proceso en una experiencia negativa, costosa y deprimente. Pero la verdad es que el niño que disfrutaba de las vacaciones está todavía vivo dentro de usted, y de hecho, es posible cambiar de actitud y convertir las vacaciones en un período feliz para usted y su familia, recuperando a este niño permitiéndole gobernar su vida durante unas semanas.
A lo mejor piensa usted que no puede disfrutar con inocencia infantil de esta época del año, porque es usted quien paga todas las facturas, asume todas las responsabilidades, se encarga de todas las tareas y, en general, trabaja el doble durante este período. Eso es completamente falso y hay que negarlo rotundamente. Usted y solo usted es responsable de su satisfacción tanto si es Navidad como si es Año Nuevo. Si durante el período de vacaciones trabaja usted demasiado, ello se debe a que ha adoptado voluntariamente este papel. Puede pedir a los demás que asuman parte de la responsabilidad y modifiquen las cosas que convierten el período de vacaciones en una experiencia agotadora y difícil para usted. Pero lo primero que hay que hacer es modificar actitudes y creencias.
El hecho de que haya gastado una cantidad superior a la presupuestada en las compras navideñas no es motivo suficiente para que se deprima. Está claro que la depresión no le servirá para ingresar dinero en su cuenta bancaria. Por otra parte, las cosas no cambiarán por mucho que a usted le molesten las aglomeraciones de gente, la conducta de sus familiares o el trato de una dependienta. En cambio, ¡sí puede usted controlar sus pensamientos y emociones y decidir con absoluta precisión cómo quiere ver los distintos aspectos de la temporada de vacaciones! Cada vez que adopta actitudes que le hacen desdichado o le paralizan, se hunde en un derrotismo neurótico que le impide reaccionar positivamente.
A propósito de las actitudes infantiles comparadas con las actitudes neuróticas de los adultos mencionadas en el cuadro de las páginas 20-22, puede usted optar por modificar sus expectativas durante las próximas vacaciones actuando de la siguiente forma en las situaciones que abajo se enumeran.
• Utilice los preciosos adornos como recordatorios de lo hermosa que puede ser esta época del año. Cada vez que vea luces de colores en una casa o en un escaparate especialmente llamativo, deténgase un instante a reflexionar en la belleza de lo que ve. No utilice la presencia de adornos para pensar en cosas negativas. No permita que estos pensamientos destructivos entren en su cabeza; comente con cualquier persona que tenga a su lado: «Me encanta ver los adornos de las calles y todas estas luces y escaparates». En otras palabras, procure que los adornos sean un recordatorio de la belleza de aquel período del año, y no ya de todas las cosas que tiene que hacer antes de que lleguen las vacaciones, tal como lo haría un adulto.
• Tómese las cosas con calma cuando vaya a comprar los regalos. Procure que la experiencia de salir de compras se convierta en un acontecimiento agradable, no en un obstáculo que debe usted superar para poder disfrutar después de unas buenas vacaciones. Recuerde lo mucho que le gustaba ir de compras cuando era niño, dígale unas palabras amables a la agobiada dependienta, siéntese a observar un rato a la gente, haga preguntas sobre los nuevos juguetes y artilugios electrónicos que hay en el mercado, entregue un donativo para alguna cuestación benéfica, aminore el paso y aspire el aroma de los árboles navideños tal como lo hacía en su infancia. Concédase permiso para disfrutar de todos los aspectos del período de vacaciones. Cuando salga para ir de compras, hágalo dispuesto a gozar de todo lo que le salga al paso. Esta actitud le resultará extremadamente útil. Un día de compras solo será horrible si usted ya lo considera así de antemano.
• No vea el período de vacaciones como una temporada muy larga y trate, en su lugar, de disfrutar de cada una de sus facetas por separado. Por ejemplo, convierta la tarea de envolver los regalos en una experiencia total en sí misma y no ya en una molesta obligación que debe usted cumplir antes de que expire determinado plazo. Procure, además, apreciar todas las actividades en lugar de menospreciarlas. En ello deberá incluir las compras, el envío de tarjetas de felicitación, la colocación de adornos con la ayuda de sus familiares y la preparación de las comidas. Procure mostrarse en todo espontáneo y original. Que todo sea una experiencia divertida y no ya un quebradero de cabeza con muchos componentes insoportables. Esta es la actitud que adoptan los niños ante la temporada navideña. La elaboración de pastelillos, los villancicos, los regalos, los adornos y todo lo demás son para los niños divertidas experiencias individuales y eso mismo pueden ser para usted.
• Tome la decisión de descubrir algo agradable en todos los regalos que reciba y de manifestárselo así a quien se tomó la molestia de pensar en usted y hacérselo. Olvídese de la utilidad del regalo y recuerde que su verdadero valor reside en la consideración que ha tenido otro ser humano para con usted. Tenga la delicadeza de decirle algo agradable a esta persona y no se comporte como un egoísta, pensando en cómo lo va a devolver o en por qué no le gusta.
Para adoptar una actitud infantil, no es necesario que usted deje de ser adulto. Tampoco es necesario adoptar una actitud irresponsable. La persona plenamente integrada es capaz de ser adulto y niño a la vez. Ello significa actuar con cierta frivolidad, saber soportar una broma, reírse y contar chistes, ser un poco chiflado y jugar, desprendiéndose de algunas máscaras de la edad adulta para sustituirlas por el goce y la diversión. Ser un niño significa tener capacidad de asombro, apreciar espontáneamente las cosas, librarse de los prejuicios y admirar la magnificencia del universo.
La próxima vez que pase por delante de una escuela, observe cómo juegan los niños y cómo se abandonan por completo a lo que hacen, corriendo y brincando por doquier. En aquel instante no piensan en los futuros problemas, tan reales para ellos como para usted. Por la tarde, tendrán que volver a clase y someterse a exámenes, estarán preocupados por el comportamiento de sus amigos, habrá profesores que no les gustan y deberán enfrentarse con otras muchas dificultades. Y, sin embargo, poseen la mágica capacidad de dejar en suspenso sus inquietudes y soltarse por entero. Es como si ellos mismos se hubieran concedido el permiso de ser libres, cosa que demuestran entregándose totalmente a sus juegos.
A lo mejor, piensa usted que volverse un poco infantil es más fácil de decir que de hacer y defiende su postura con frases como: «Sí, claro, ya me gustaría ser un niño y no tener preocupaciones, pero yo tengo muchas responsabilidades familiares, dificultades económicas y muchos otros problemas. ¿Cómo puedo ser un niño y un adulto responsable a la vez?». Cuando habla de sus problemas, lo único que usted consigue es pensar en ellos. Con eso no quiero decir que una persona tenga que convertirse en una criatura irresponsable para ser más infantil. Lo uno no excluye lo otro. Pero puede ser usted una persona que disfrute de sus tareas en lugar de hundirse bajo el peso de las mismas. Puede afrontar todas sus responsabilidades con menos seriedad y puede alcanzar sus objeti